William Shakespeare, Macbeth.
Estos días están siendo difíciles, alguien me enseñó que ante situaciones como las que me toca enfretar ahora debía saber diferenciar entre la tristeza natural y el estar deprimido. La verdad es que no es sencillo, cuando los sentimientos y las situaciones se me hacen una bola y no se como escupirla.
He pasado de la insensibilidad a la mayor autoderrota en cuestión de segundos y la verdad es que sigue sorprendiendome la facilidad con la que los cimientos que sostienen mi estabilidad se tuercen. Ya no es el simple echo de la pérdida, es algo personal, mucho más personal.
Ayer podía escuchar desde el comedor de mi casa la música que pinchaban en la fiesta de fin de curso de 'mi colegio' y fue como si la voz del fracaso me gritara al oido que un año más ha transcurrido y que no hay nada que celebrar. Obviamente han habido cambios, siempre los hay, pero esta situación ya se me hace cuanto menos, familiar y no hay nada que me garantice que las cosas van a cambiar, yo misma desde luego, no me doy esa seguridad y saber que las clases serán asistenciales no ayuda.
Tal vez serán dos años o más. Parece que alguién se esté riendo en mi puta cara, como si yo misma hubiera escogido pasarlas putas estos tres últimos cursos.